martes, 29 de mayo de 2007

La historia de la segurata y el chico de barrio.

Él era un chico cualquiera de un barrio obrero de Madrid. Un fin de semana cualquiera, se encontró a una chica que conocía en una discoteca. Nos explicó que había sido la guardia de seguridad del edificio en que él trabajaba. Él se estremecía sólo de recordarla con el uniforme, no sé, sería debido a lo de venir de barrio obrero. El caso es que decidió ligársela aquella noche, y a pesar de que posiblemente recurrió a artes oscuras para lograr su fin, lo consiguió.
Estuvieron juntos un par de meses, hasta que ella le pilló intentando ligar con la reponedora del super de su barrio. Ella acabó con el corazon partido, y él con todos los huesos del cuerpo rotos.

Moraleja: la proxima vez que te enamores de alguien que lleva uniforme, preguntale primero si aún conserva la porra de su último trabajo.
Algunos días sé que puedo caminar entre el fuego y sin apenas dañarme, que soy así de fuerte. Tiendo a pensar que nada me afecta y que nadie puede hacerme daño, pero ahí están todas esas cicatrices que dicen lo contrario. No puedo evitar confiar en la gente que conozco y me gusta, no sé cómo hacerlo, ni quiero saberlo. Pero, en días como hoy, me doy cuenta de que me curo, puede que tardo un tiempo, pero al final lo hago, y vuelvo a la carga.

jueves, 24 de mayo de 2007

En estos días todo el mundo parece estar muy atareado, todo el día estresados, abarrotando las bibliotecas o recopilando apuntes de última hora. Sin embargo, yo estoy anormalmente tranquila, a pesar de no haber dado un palo al agua y de que los examenes estén a la vuelta de la esquina, es como que me resbala. No sé, igual mis fantasias hipocondríacas se han hecho realidad y tengo alguna enfermedad cerebral o neurológica, eso explicaría mi preocupante falta de memoría, en fin, lo consultaré con el Dr. House el martes que viene.

domingo, 6 de mayo de 2007

Sentimos lo que sentimos en función de los demás. Yo no me avergüenzo de mi misma en solitario, lo hago porque veo algo raro en los ojos de mi madre cuando alguien le cuenta su estupenda situación laboral o económica y después ella me mira a mí. Y me siento triste por no haber pasado el día de la madre con mi madre, y no lo entiendo porque no creo en estos días que se inventan los centros comerciales para aumentar el consumo, pero el caso es que estando sola en mitad de la calle Serrano se me han saltado las lágrimas. Y cuando llego a casa de trabajar en el estúpido restaurante, mi madre no está en casa, así que supongo que el sentimiento no era mutuo, y ahora, en vez de aprobechar que ya ha venido, me dedico a estar delante del ordenador, ya da igual, por hoy he perdido la ilusión.