viernes, 24 de agosto de 2007

Y la reina vociferó : ¡Que le corten la cabeza!
- Pero, majestad, ¿ cuál es el pecado de este hombre?
- ¿ Acaso importa? Os he dado una orden. - Contestó la reina.

Y antes de que la enorme hoja del hacha cercenara su cabeza, el preso gritó : ¡Todos nos creemos lo que queremos creer!

Sí, pensó la Reina, creemos lo que queremos creer, pero, ¿acaso alguna vez intentaste contarles la verdad para que pudieran creer en otra cosa?
Y aquella noche, durmió mejor que ninguna otra que pudiera recordar, sabiendo que aquel hombre que había conocido el punto debil de las mujeres jamás volvería a pecar, al menos en su reino terrenal.

2 comentarios:

alakazaam! dijo...

Tremendísima, esta es muy panchitesca, en plan parábola, así me gusta. He mirao y tu blog no está en el google

strange dijo...

Lo sé, es que no me quieren en ningún sitio...