A la izquierda veo el Sol, a la derecha tengo la Luna. No sé qué camino coger. Quiero arrarcarme la piel. Quiero ser yo y dejar de ser yo. Quiero salir de mi cuerpo, sentir sin mi piel. Es como una penitencia. Estoy harta de oir cómo creen que soy los demás.
Nos vamos a la cama y por primera vez desde que duermo con él, su presencia no sólo no me reconforta, sino que me estorba. No paro de moverme hasta que pierdo la consciencia y al despertar en mitad de la noche me asusto al descubrir que no está a mi lado. Aún medio dormida le busco por el suelo y doy con él en la habitación de al lado.
Después vuelve conmigo y de repente me alegro de no tener buena memoria y de que nada me afecte lo suficiente, ya no recuerdo porqué me puse triste, y todo vuelve a ser como ayer.
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1 comentario:
La peor tus pesadillas siempre aflora de tu propia mente.
El miedo no tiene otro olor que el de tu propio sudor.
El mayor tus enemigos VIVE EN CASA.
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